La recuperación del antiguo estandarte de enterramiento.

Entre las antiguas labores que desempeñaban las hermandades estaba el entierro de sus hermanos, destino al que iba un montante económico considerable de sus ingresos. En el momento de la despedida de sus cofrades, la Hermandad estaba presente, institucionalmente, colocando el estandarte de enterramiento. Se tratan de unas piezas sencillas, confeccionadas en terciopelo del color identitario de cada corporación, apenas adornado con un galón dorado en su perímetro y presidido con una pintura que representa al titular principal.

Si bien durante años estas insignias desaparecieron (cuando las hermandades dejaron de enterrar a sus hermanos y proliferaron las compañías de seguro), solo la del Dulce Nombre lo mantuvo en su cortejo cada Domingo de Ramos. A comienzos de este siglo el grupo joven de la Hermandad de la Virgen de los Dolores fue pionero en recuperarlo (uno de los dos con que cuenta dicha Hermandad), luego la del Santo Entierro con su reorganización y la de Jesús Nazareno. La Quinta Angustia lo expone durante el mes de noviembre en su capilla, si bien lo restauró recientemente; y también contaron con esta insignia las de Jesús Caído y la Pax, pues existen fotografías de ellas.

Nuestra Hermandad lo mantuvo en uso hasta 1998, cuando se estrenó el espléndido estandarte corporativo bordado en el taller de Fernández y Enríquez de Brenes, aunque no se identificaba con su función original por haber perdido su pintura y ser sustituida por el escudo de entonces: la columna con los dos flagelos cruzados. A diferencia de los estandartes de enterramientos de las hermandades citadas, el nuestro es la pieza más rica por estar bordado (su estilo se asemeja a las piezas que elaboraban las monjas clarisas), y contar con una orla de plata labrada, timbrada por una corona, para enmarcar la pintura.

Su recuperación, coincidiendo con el XXV aniversario de la reposición al culto de Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Paciencia, se ha llevado a cabo en nuestro propio taller de bordados, a manos de algunas alumnas hermandas y fieles, y dirigido por la maestra bordadora Eva Díaz Melero. También se han limpiado y mantenido los antiguos galones y cordones. Orfebrería San Juan, por su parte, ha reproducido la antigua cruz para rematar el mástil, pues era de muy baja calidad. La recuperación de la pintura perdida, que representa a Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Paciencia, ha salido de los pinceles de Trinidad Fernández Montes (que ya realizó la gloria del techo de palio), siguiendo la miniatura que contiene el juego de varas de finales del siglo XIX, restaurado recientemente.

Antonio Morón Carmona.
Licenciado en Historia.

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