La recuperación de un antiguo juego de varas.

Con motivo del XXV aniversario de la reposición al culto de Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Paciencia, se han recuperado un antiguo juego de galletas o terminales de varas que, allá por el año 2009, fueron devueltas a nuestra corporación. Se tratan de unas sencillas piezas realizadas en un metal pobre con forma circular, pero con muchísima personalidad. Destacan por contener, a modo de relicario a ambas caras, sendas miniaturas, en óleo sobre metal, que reproducen a nuestros benditos titulares.

En la de Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Paciencia se le representa, curiosamente, con una policromía rosácea y sin apenas sangre, la posición de la columna sobrepasa al Señor (en la actualidad la columna está a la misma altura), y se plasma con detallismo las sombras, las cuerdas, el plegado del sudario o las potencias del Señor. No será hasta 1998 cuando se inicie la laboriosa restauración y recuperación de su escultura por José Luis Coto Cobo, descubriéndose entonces que contaba con tres policromías superpuestas y lográndose dejar al descubierto la original. Ello explica la diferencia de color entre la que vemos en la pintura que nos ocupa y la que tiene el Señor en la actualidad, pues el pintor plasmó la imagen con el aspecto que presentaba en el momento en que la pintó.

A juego con esta galleta, la otra representa a la Virgen dolorosa. Aparece en busto prolongado hasta las caderas, vestida con manto azul, toca blanca y túnica púrpura (colores que aluden a la pureza de María), sosteniendo sobre la mano derecha el pañuelo y elevando la izquierda a la altura del corazón. Denotan su carácter preciosista los detalles del plegado del rostrillo y el pañuelo, la flexión de los dedos o el puño blanco que asoma por las bocamangas. Se trata de una representación idealizada que sigue el modelo creado por Murillo por lo que, a diferencia de la de Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Paciencia, no se corresponde con una representación fidedigna de María Santísima de la Soledad.

Estas piezas pueden datarse entre el último tercio del siglo XIX y las dos primeras décadas del siglo XX, coincidiendo con periodo de renovación patrimonial de nuestra Hermandad ya que algunas actuaciones de adquisiciones y restauraciones se recogen en las actas de la época. Con seguridad las pintó un pintor local pues se conocen varios nombres trabajando en esos años, aunque es difícil adjudicarlo a uno concreto. Los trabajos de restauración de las miniaturas se han realizado en el taller Arte & Restauración, por Cristina Pérez y Adrián Robles, mientras que la nueva orfebrería se ha labrado en Orfebrería San Juan.

La recuperación de este singular juego de varas enriquece nuestro patrimonio al incorporar la pintura a nuestras insignias junto a otras artes empleadas más comunes como son la orfebrería y el bordado. Además, profundiza en la idiosincrasia de las hermandades penitenciales ursaonenses pues dichas varas conectan con una similar, la de la Hermandad de la Quinta Angustia, de similares características, y más allá de nuestras fronteras comarcales, con las de Archidona donde son tan comunes.

Antonio Morón Carmona.
Licenciado en Historia.

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